jueves, 22 de noviembre de 2012

Mis muñecos rusos



Tengo la teoría de que para tener novio sólo hace falta una cosa, tener el primero… una vez lo has tenido, ya puedes saltar de uno a otro. Enamorarte, desenamorarte y volverte a enamorar. Se pierde de alguna forma ese miedo a lo desconocido, ese miedo al cómo actuar, que hacer que no hacer y todas las cosas que una NOVIA tiene intrínsecas a su estatus sentimental.
Mi primer muñeco ruso no era guapo, no le aprobaban mis padres y había cambiado varias veces de carrera. Mi primer novio era mayor… estaba en la uni cuando yo no había llegado a cou. Sabía que decir y que hacer para encerrarme en una jaulita y que solo pensara en él… mi primer novio fue eso… el primero. Y como cada matrioska se caracteriza por tener otra dentro. Al empezar la carrera, le abrí y encontré al segundo.




El segundo duró poco, tres meses, adrenalina, nervios, cambios, sonrisas, ralladas, agobios, NEXT!!

  

El tercero duró algo más, nos reímos, nos besamos, hubo momentos llenos de ternura pero como siempre descubrí una grietita… y una hombrera analítica como yo, que intenta tenerlo todo controlado ¿qué hizo? Pues rascar y rascar hasta que llegó el cuarto…





Y en el cuarto me planté, era perfecto, éramos perfectos, teníamos casi casi los nombres de los niños y aquí viene lo difícil… cuando crees que tu muñeco ruso es el definitivo que no habrá nada que os tambalee ni os agriete, le sale una fisurita, y tratas de no verla. Crees que con chapa y pintura, viajes y flores pasará. Pero la grieta crece, y te enfadas y lloras, y vas a un terapeuta e intentas cambiar. Pero cada paso para acercaros os aleja más y de repente un día se abre y miras dentro… y te da miedo…
Y cada vez da más miedo de si habrá otro dentro… o ya será tan chiquirriquitín el futuro queridín que le vas a pasar por alto, o te vas a despistar, o se te va a caer de las manos…




Y si echando la vista atrás cuando tengas a tu último y no haya grieta por donde se escape, ni quieras abrirle para ver si hay alguien mejor dentro, ni necesites pensar en otro… tal vez pienses que te podrías haber saltado algunos, pero sin esas ranitas no podrías haber llegado a tu príncipe.
Si no te crees lo que cuento, puedes ver la película francesa las muñecas rusas de Cédric Klapisch, que además de ser una de mis favoritas me ha inspirado para este post y me da esperanza para pensar que mi matrioska no está vacía
Love,
India

No hay comentarios:

Publicar un comentario